en
los días de neblina,
al
menos yo,
me
siento en paz,
no
esa paz imaginada (e inútil),
sino
la otra, la del vivir pleno,
me
reflejo en los pájaros,
en
las hojas secas de la plaza,
y
a veces, sueño,
sin
ver las máscaras
ni
las caras,
al
fin, no distingo
una
de otra,
¡te
das cuenta
todos
van y vienen!
sin
sentido,
sin
camino,
sin
ser,
y
te busco
prójimo,
otro,
me
pregunto:
¿dónde
estas?
Marcelo González
Cantarero
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