La luna está hermosa en esta noche de enero. Hace un rato la confusión se
apodero de mí. Un flaco que se pelea con su pareja en medio de las plataformas
de la terminal... ¡por teléfono!, el malestar estomacal,¡¡¡ buahh!!! me dieron
ganas de cagar, eso es siempre una mierda y no lo digo escatológicamente, por
eso la noche serena, con esa luna creciente, radiante en claro cielo, me volvía
la paz, ya sé que es un lugar común, que está muy bastardeada la palabra y el
concepto en su esencia, pero ¿quién no sueña con ella? la confusión en mi alma
atosigada de ideas absurdas y simultáneas que me llevan por la encrucijada del
desdén, eso es caos, thanatos, anhelos
perdidos en mis tiempos viejos.
Por un instante, por insignificante, por sencillo, en el cual pueda sentir
algo parecido a la felicidad, estoy satisfecho, estoy en paz, por cursi y
melodrama que suene.
Es un hecho, cuanto más simple una experiencia más impacta, demasiados
estímulos desvalorizan cualquier sensación admirable al espíritu.
Por años intenté conjugar los verbos en todos sus tiempos y modos, ahora
solo me quedo en el presente del indicativo.
Es lo que sé.
En ese instante es cuando la confusión se diluye y un cosmos casi perfecto
se abre a mis ojos en su magnífica expresión.